Hoy el frío me desordena.
Días de otoñal verano.
Fenecen gradualmente los soles largos.
Pero no solo es el tiempo.
También me duelo en los personajes que mueren.
Me duelo ante los cadáveres de los que ya no quiero.
Ante los traidores que tenían la llave de mi casa.
Ante los que con agrias cuitas me robaban el alma.
No hay lagrimas para ellos, solo el discurso del desahogo.
Solo la letanía de daños, con la que conjuro al olvido.
Sin chinas en los zapatos, volveré mañana a caminar erguido.
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