Cayó la sal en la herida del doliente.
La llevó la mano del consuelo.
Envidia que enlutada acude a los duelos.
En el bosque del amor hay tanto árbol falso.
Tanta sombra de penumbra.
Tanta mano que con premura enjuga lagrimas de risa.
Tantos que se ríen de desgracias.
Tanta vida vacía que se llena y reconforta en la pena ajena.
Tanta mano amiga, que acude con puñados de sal, para provocar escozor en las abiertas heridas.
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