Existe la vida más allá de los provincianos muros.
Más allá de la plaza de arena de la patética ciudadela.
No se puede gritar mientras te engulle la multitud.
Desde el silencio del exilio se puede hacer mucho ruido.
Mensajero es el que habita en el confín.
En el extremo del mundo donde nadie le cierra la boca.
No está vendida mi lengua.
Nadie me cierra la boca.
Aunque el ascenso social pule, no refina.
No son lo mismo los colores de mufla que los del inalterable crisol.
Que no te rodeen, que no te cerquen.
Distánciate y veras las fisuras.
Distánciate y te oirán proclamarlas.
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