No son las lineas de la mano las que escriben nuestras catastrofes.
Son los malos sentimientos alineados, los que hacen que naufraguen nuestros días.
Negros torrentes que confluyen, que afluyen, cauces que con tanto caudal se desencauzan.
El organismo se resiente con tanta negatividad, con tanto borbotón de envidia.
No tiene lógica derribar, cuando derribar en el terreno de otro, no implica construir en el nuestro.
El orden no es exportable, pero la suspicacia siempre es susceptible de empeorar.
Lineas y alineados planetas que marcarán la fecha para zozobrar.
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