Se guarecen las camándulas porque finamente llueve.
Y encrespa la lluvia sus pelos hirsutos de potasa.
Correligionarias de Satán que enlacadas atufan las primeras filas.
No temas al delincuente confeso, teme al que con tesón sus evidentes delitos niega.
El que niega no merece el perdón, el que no lo pide no es perdonado.
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