Que poca armonía tiene la corriente heladora de la decepción.
Ese fío que atenaza cuando cruzas desiertos.
Los desiertos donde ni los que están cerca te tienden la mano.
Solo se acercan los amigos leñadores a hacer astillas del árbol caído.
Es una banda sonora de tragedia a la sombra de las nubes de los ansiosos cuervos.
Como no temer, si el temor me azuza a levantarme y correr.
Correr a un exilio que veo como mi única salvación.
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