Tengo que pensar sentado y debo pensar donde me siento. Es la silla arte mueble de muy pretérito origen, es arte para descansar, crear hogar y crear Estado. Dime donde te sientas y te diré quien eres.
Por sus sillas les conoceréis, desde sus cátedras os aleccionarán.
Es la silla más que un útil objeto, es un símbolo, un artefacto de dominio, un chistoso divertimento o un cruel artilugio de zonación social.
Pero si al asiento le introducimos la palabra autor, se trastorna más aun si cabe el juego de clases y clasista, porque el autor es marca, marco y con su teatral invento da un star de fulgurante estrella a quien con monedero, herencia, belleza o talento necesita el regio asiento de un sin par trono, silla de poder que va unida y ligada al orbe, al cetro y a la espinosa y diamantina corona.
Hay sillas que para nada sirven y solo dan su brillo a angostos pasillos, a borrachas entradas o a fríos hangares de arte inabordable y conceptual.
Hay tantas sillas como invitados, hay tantas sillas que son torturadores potros, potros ebrios de sin comodidad, de sin estética, de sin ética y de política.
Si viene el Rey tendrá el mejor asiento, si viene el enemigo con la silla inútil le forzare a estar de pie
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