Los higos se venden caros.
Hay cuerpos, carnes que se derriten en los lechos de las rubias munícipes, y por derretirse y derretir reclaman un familiar rédito. Es muy antiguo este mercado y aun pasado el tiempo sigue siendo igual de eficaz.
La calentura abre muchas puerta, consiguen cargos y hace que el cargo cargue al estado los caprichos de la con suerte carga.
Es corazonada de amor que decora los muros de los colegios, los planos cementos de los parque, las cercas de los ascensores.
Son los favores que reclama la lengua que lame el higo, favorecer a través del amor al hermano, pero al hermano de sangre.
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