Es un estar ajeno en sus rutinas de catástrofe.
Es un irreflexivo vicio por la critica.
Por la critica ante el extrañamiento que les provoca el elegante estar.
Vestidos de escalada hasta en los momentos más sublimes.
Trepas de catastróficos estilismos que solo saben denostar.
Cuando sientes la elegancia como un disfraz.
Es porque no te sale ese talento de natural.
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