A veces el camino de la salvación está en no salvarse.
En no caminar por el camino de la mundana victoria.
Si no en afrontar con brío el camino del precipicio de la verdad.
Porque la verdad es incomoda, y son miles las manos que la tapan.
Son miles los feligreses de la algarabía, del circo, del circo de los nuevos Nerones.
Panorama de tachones y faltas garrafales.
Bosque de alabarderos de mentes recocidas en el jugo de la inferioridad.
En el caldo infecto de este régimen clientelar.
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