Ni trota, ni galopa, solo arrastra el vientre y repta para morder el talón a la Virgen.
Para desde la sacrista, esparcir cizaña a los pies del Altísimo.
Para desde el rezo, sembrar la desdicha de su vientre de piedra.
No galopa, pero lanza al viento sus babas de inquina.
Vientos que corren heladores en la nave única.
Amiga de la rueca y el acerico y de los encajes de brujas.
Ni trota, pero con calentura lee las hojas rotas, las horas despicadas y entre gorigoris berrea en el oficio de tinieblas.
Tenebroso es su fondo y baladrona su forma.
Entre corporales esconde las frases de odio y la regada huerta de las envidias.
Pídeme el sol y te mandare una tormenta.
Alma de pedrisco y patas zambas de cacatúa.
Loro de frases que destilan ponzoña.
Arrastra el viente en el coro la graja de los malos augurios.
La pregonera de los funerales, de las misas negras y del aleteo de cenizas de los malos presagios.
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