Si la dama de los pucheros leyera, no urdiría tanta zafia intriga.
No haría tan burdo encaje de ofensas.
No haría tantas puntillas de delitos.
Dama del acerico y del vudu.
Rastrera alimaña de secas entrañas.
Papo que solo se sacia devorando miserias.
Sepulturera de gorriones y trinos celestiales.
Lectora de esquelas.
Marmelo podrido que hiede como papa pocha.
Achocado mico de orín infecto.
Marmita de venenos que cuece iracunda, cocinada en la envidia que es su violento fuego.
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