Palidecemos en un mundo de híbridos, de mutantes que amarillean en los entresijos de un cosmos sin roces, burbujas que si colisionan desaparecen, burbujas que deben campar libres para existir.
Ni un beso que esclavice, ni un pensamiento que erosione nuestra protectora capa ignífuga.
Estilos de vida que voluntariamente se han negado el milagro de amar.
La velocidad no perdona y hoy es todo velocidad, euforizante velocidad.
Mundo sin aplomo, perdido en las palabras sin dicha, sin bálsamo, sin compasión.
Irritante amor que ofende la piel del éxito.
Piedras sin mortero que profetizan en sus abiertas llagas la tragedia por venir.
Nadie cree en la utopía, nadie tiene fe en el Dios de los imposibles, de los deseos que parecen inalcanzables y que sin fe nunca se podrán alcanzar.
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