En sueños se reprocha a la vida la falta de tino.
El desatino de las horas bajas.
La fiebre del corcel domado.
Las férreas fachadas que nos impiden expandirnos.
Alero protector que guarece vencejos.
No es decirlo, es articular que dirías.
Y sentir que por conveniencia renuncias a decirlo.
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