Cerramos los ojos al besar,
para sentir el infinito sabor de los labios amados.
Para derretir sin mirar,
el alma que habita en el paladar del deseado compañero.
Amamos cerrando los ojos,
para aislarnos del ruido,
del ruido de imagenes que confunden.
Cerramos los ojos para evitar caer,
en el mar de la mirada del ángel que tenemos enfrente.
Con los ojos cerrados no se enturbia el sabor,
de las estrellas,
de los fogonazos cegadores de tanta pasión.
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