martes, 13 de diciembre de 2016
El pie
El mes de noviembre siempre fue un mes de catástrofe para la familia Gayarre.
Arcadio Gayarre empeoró ostensiblemente el día trece, la inicialmente pequeña herida que se hizo hace meses en el pie, definió entorno a ella una mancha violácea cada vez mayor.
Los Gayarre vivían en una casona en el olivar maldito, así llamaban en el pueblo a ese paraje de las afueras de San Carlos, y hasta allí se trasladó don Pelayo esa tarde a requerimiento de Victoria de Gayarre, que veía el pie de su marido, con un amoratamiento e inflamación muy preocupantes.
Arcadio era de poco quejarse, era un hombre sufrido, que a pesar de su rudeza, veía que el olor que desprendía su pie y el espeso y viscoso supurar de la llaga eran muy alarmantes.
Arcadio, esperaba al médico en la sala, con el pie hinchado como un bote y en alto. lo esperaba intranquilo, aquello no pintaba bien y el hedor era feo. Cuando entraron en la sala Victoria y don Pelayo, Arcadio cerró los ojos, como quien no quiere ver la cara de asombro que imagina que pondría el doctor. Arcadio Gayarre sabía que era tarde para salvar su pie, quizás era hasta tarde para salvar su pierna, lo sano estaba muy arriba y por allí seguro tendrían que cortar.
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