Mi pluma perfila a los pérfidos.
Mi verbo señala a los reventadores del sistema.
A los que se saltan los pilares de la igualdad.
A los que esconden su latrocinio tras las palabras hueras de templanza y concierto.
Alimañas que medran en el entramado de favores que pergeña su nocividad.
Mi delicada y cortante pluma retrata a aquellos que roban del arca donde la colectividad guarda sus recursos.
Recursos que el avispado y embaucador rapiña para llevarlos a su caja particular.
Al que rapiña y esquilma el sudor de todos,
para el confort de su ralea y casa.
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