No sientas nunca pena por el lastimero gimiqueo del degenerado.
No sientas nunca empatía por el que en tu lugar jamás se ha puesto.
Por el mediocre que medra embaucando mentes enfermas y más mediocres que la suya.
No abras nunca tu corazón a la zorra astuta de patas enharinadas.
No confíes nunca en el que llora al ser pillado robando.
No creas nunca el cuento sensiblero del que no tiene sensatos argumentos, ni claras las cuentas.
Estafadores que venden humo, que venden pena, que venden circo y sarnosa patraña.
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