Está el presente lleno de microtraiciones.
Aunque nos traslademos mil veces, las traiciones nos persiguen.
Nos buscan y afloran
hasta en los más fieles.
Hasta en los incondicionales que llevan nuestra misma sangre.
Traicionamos sin querer, o queriendo evitar que la franqueza del otro nos manche.
Es cierto que no son nuestras batallas, ni hemos sido llamados a librarlas.
Pero aun sin ser nuestras, no podemos ser equidistantes si sentimos por el sincero algo de amor.
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