Se encadenan las despedidas en esta cadena de ausencias.
Eslabones de temor que me encarcelan.
Lúgubre celda en la que el prometido cielo redentor no existe.
Soy un monigote en manos del miedo.
Un pelele de harapos sin ninguna fuerza.
Depresión sin gloria, de techos muy bajos.
Valle cerrado que tantas alimañas pueblan.
Nada vuelve y menos aún lo delicado y evanescente.
Niba al ciprés la ira de su soberbia.
Mundo angosto de gente zafia que no sabe llorar las pérdidas.
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