En el jardín de las heridas vestales.
De los desplomados cipreses, que quieren rendirse.
Apuntar al cielo no es gratificante.
Mirar al horizonte desde las altas atalayas es contraproducente.
Necedad que te vas para no volver y una vez perdida toda la información duele.
Sin códigos éticos transcurre la riada de la turba.
Es un pantano el valle, con tantas fangosas miasmas.
Disparando al perfecto, al semental de la soberbia cornamenta.
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