Nos desgasta el roce del afecto.
Su horma de amores exigentes.
Nos doma la cadena que nos protege y esclaviza.
Víctimas de la sangre.
Víctimas de los amores que desgastan y cercenan.
Somos microtragedias de fuego y alcoba.
Somos las caricias que pagamos.
Somos las deudas que contraemos por acariciar.
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