Morir es algo lento, fatídicamente calmo.
Morimos a pedacitos, morimos fragmentados.
No se pueden cruzar los ríos dos veces.
Nunca los segundos vuelven a ser primeros.
Aires saturados de efímeras esencias.
Se deshilachan las caricias en las horas.
Se amontonan las horas y son plomo.
Buscamos yacer y el yacer siempre se demora.
Temores que envuelven el lecho.
Lechos que nos anegan de temores.
Será el barquero el que nos libere de este tempestuoso pantano.
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