sábado, 27 de mayo de 2017
El vapor de la urgencia
Se columpia el tiempo en la celeridad.
En el vapor de la urgencia.
Narcótica es la velocidad que nos hace ser relámpagos.
Hábiles para volar, olvidamos que lo peor es siempre aterrizar.
Vaivenes fatídicos que acortan los recorridos, cuando vivir es caminar.
Pasajeros de los bólidos, de sus cámaras acorazadas, donde las bandas sonoras nos enardecen y transportan entre olores de cuero y escay al dominó inexiste sobre unos trayectos a priori enquistados.
Cámaras estancas donde gemir no es delito, pero es muy traumático impactar.
Ir y venir de esporas, de siembras distantes, de gérmenes en la distancia.
Abarcar para poder exhibir.
Abrazos en los apeaderos desregulados, en las estaciones de la aculturación.
Besos en los arcenes de un mundo de asfalto que sueña con devorar el campo, con expandir el mundo de hormigon..
Viales que unen puntos y olvidad la belleza simpar del abismo vencido.
Abarcando el infinito, olvidamos vivir el detalle magnífico de lo ínfimo, de la efímera floración.
Vuelos infinitesimales, costuras sin afecto que unen telas distantes que ni abrigan, ni guarecen.
Príncipes de reinos inconexos a los que ya no emigran ni las aves, de los que huye el sol.
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