jueves, 6 de julio de 2017
FÁCIL VER EL COHECHO AJENO Y NO VER EL PROPIO.
Se nos va, con tanta facilidad la mano al dinero fácil, al dinero ajeno, al dinero de la caja de todos. Es tan fácil ver el cohecho ajeno y no ver el propio. Es tan fácil delinquir y no ser conscientes.
Tantos años en el poder generan demasiadas sombras, generan regímenes sombríos, de voluntades compradas con vulgares migajas, pecata minuta para cerrar bocas de voceros.
Cohecho nada pasivo, porque favor con favor se paga, nada cae del cielo gratis. "Quien regala bien vende, y quien recibe lo entiende", así se expresa el pueblo, y el pueblo es muy sabio y de favores sabe mucho.
Buscamos entramados de corrupción en las alturas, cuando esos entramados se cimentan en lo próximo, en la administración de proximidad, en el sobre que nos da el prójimo.
Son favores que hacemos desde casa, favores pagados con el dinero de la casa de todos, que nos cuestan muy poco, pero que rentan muy mucho.
Pequeños y malévolos Sátrapas de provincias, que se dejan regar por su corte, y que riegan a su cohorte con el sudor de todos, incluido el sudor de los que no son regalados, pero si son exprimidos. Extraño todo, dividido en agasajadas y discriminadas parte.
Un sudor recaudado para crear bienestar, un extraño bienestar social, que sinembargo se centra en abonar sólo a nuestra correligionaria casta.
Y ese riego genera omertá, mafiosa omertá, silencio en el que el vacío hiere, estigmatiza, excomulga.Y quién puede luchar o nadar contra corriente, pues muy pocos. Pero esos pocos existen, haberlos haylos y esos, los osados, los sin arraigo, los que nada temen, los que fácilmente mudan de lugar pero no de alma, y tienen seguro que lo que nunca perderán es su integridad, esos son los valientes, ellos son los que hasta la extenuación nadan y remontan el río, hasta primigenia ponzoñosa fuente, hasta el origen del dolo, hasta la primera corruptela que originó la cadena del hedor, hasta la primera manzana podrida, que todo lo pudrió.
Pero la verdad y la claridad que son escasas y muy pacientes, siempre llegan y cuando llegan, son abrasiva escorrentía que desentierra todo ilícito, toda malversación, toda nuciente prevaricación.
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