lunes, 3 de julio de 2017
La nao de la inmoralidad
El silencio nos hace evanescentes, nos convierte en figurantes.
En personajes mudos de una historia que nos arrastra sin consentimiento, sin oposición, sin bravata.
No hemos venido a este mundo a padecer, hemos venido a actuar, a ser protagonistas de la microhistoria que es la trama en la que se borda la gran historia.
El silencio es el mar en calma sobre el que navega el delito, es el mar cómplice que con su nulo oleaje permite el dominio del minoritario imperio pirata.
En el silencio se crece la sectaria soflama, se crece el populismo y su barato discurso de quincalla.
Sin consentidores las naos de la inmoralidad naufragan.
No hay señores sin siervos, ni siervos si se impide que existan señores.
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