Bienaventurados los deficitarios de odio, porque de ellos hablara el necio.
Y sólo hablara de ellos, porque el puro todo lo tilda y nimbado de luz deslumbra.
Polillas cegadas por la luz del mundo, cegadas por el inalcanzable mundo de la luz.
Somos la tragedia que nos contiene, el almíbar que contenemos.
Perfección que camina cercada por los matorrales de la catástrofe.
Por el tormento que es pensar y con la razón aislarse.
El que no te hace sombra te parasita.
El que medra odiándote te hace su norte.
El fuego intencionado no necesita tormenta.
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