Desgraciadas las arpías que colocadas en las primeras filas se creen que poseen el patrimonio de la bondad.
Vendedoras de alaridos de velorio y de siniestros cantos que ninguna lluvia invocan.
Orondos seres de tocino y casquería que no temen comulgar en pecado, ni pecar tras comulgar.
Fulanas de las letrinas que llenan de orín los pies del altar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario