miércoles, 20 de septiembre de 2017
Bajo el influjo del peor pecado capital
Es muy frecuente que la sin razón pretenda atenazar a la razón. Que el acrata, pretenda destruir la bella construcción que es una sociedad rica en valores y en respeto, que paradójicamente tolera a quien beneficiándose de la permisividad de las sociedades del bienestar y el éxito, la infecte desde sus entrañas con frases de aturdimiento, con alaridos de rabia, el sentido común.
Si, Occidente tolera lo intolerable, consciente de que la enfermedad más miserable, anide en sus entrañas y se nutra de ellas, cáncer que sólo busca aniquilación y ningún valor edificante propone, salvo un novedoso reparto, probado ya mil veces, que es el equitativo reparto de la miseria.
Suele el ser encorvado, querer extender su torcido espíritu, proponiéndolo como paradigma, cambio de estándares que sólo quiere, un desorden donde la peste y el hambre, campen en ese reino de vagancia y caos, que genera hacer creer que sin esfuerzo se puede el cielo alcanzar.
Y suele cumplirse que el parásito crea que puede vivir sin un hospedador. Tolerantes falsos que no toleran ni respetan, al disidente que en su estulticia y buenismo les alimentó. Caines que bajo el influjo del más antiguo de los pecados capitales quieren asesinar el laborioso y prudente Abel.
Vivimos tiempos ya vividos, tiempos calcados, tiempos cuyo final es fácil de predecir.
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