domingo, 7 de enero de 2018
Dasha
Cuando uno entra en la cárcel queda marcado y cuando se sale, ya nada es igual.
La prisión escribe en nuestra piel, garabatea que somos suyos y que más pronto que tarde volveremos a visitarla otra vez.
A pesar de que Baran, sabia que él, no habia realizado el hurto, no lo quiso admitir en el trabajo, de mozo para todo. Nada es justo en la calle y Baran que lo había visto crecer, que habia explotado a su madre hasta mandarla a la tumba, pago la fidelidad de Ivánov, con un atronador portazo tras arrojarle al suelo de la helada calle, un atillo con sus cuatro pertenencias. Fueron unos minutos infinitos, de pie en el hielo, perdido en una libertad que le producía vértigo, hasta que desde la puerta de mercancías le gritó Dasha !Ven!
Dasha, era una amiga de infortunio de su madre, pero a diferencia de Mila, la suerte de Dasha, fue que aprendió a cocinar y cambio a tiempo las alcobas, por los fogones, el estar semidesnuda en las salas del burdel, por la cálida cocina, el estar bebiendo vodka a todas horas para entrar en calor y poder soportar las largas jornadas de vicio que les imponía el usurero de Baran, por probar la sopa caliente de patata, que hacía para alimentar a las desgraciadas que vendian sus cuerpos en el salón.
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