Es un cataclismo el verbo, el afilado dardo que es la certera palabra.
El veneno salvífico que es el acertado vocablo, que derriba del caballo de la sinrazón al necio.
El verbo fluido que lamiendo escollos transcurre, que domando orillas de ignorancia, avanza.
Somos verbos de poder, palabras de inmisericorde guerra.
Somos batalla campal, contra el cretino y su meliflua vulgaridad, que la clara verdad empaña.
Bello
ResponderEliminarGracias.
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