Los lazos de la noche enredan mi mañana, enturbian el trino del alba.
Agrían el almíbar del roce de las flores.
Y mi voluntad irrevocable se afana en desprenderse de esas tenazas.
Abrasado por la luz, por la claridad que rompe nubarrones.
Abrazado a una vida que nace cada mañana.
Tributaré por la culpa con la estremecedora proeza que es despertar.
Ya nada ulula, todo son trinos, que por las rendijas de mi alma despiertan aliados amigos.
Es agotador despertar tras dormir en la tensión de la maraña de cables de liante acero.
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