Las tormentas lavan las calles, rinden los altos tallos de los herbazales.
Llueve, para que la corrobla de despelleja corderos, bajo teja se ampare.
Guaridas de zurcidoras, de remendonas comadres.
Sarnosas de orientes malditos, malditas que a los luceros desorientan.
Faros de los escollos, sirénidos macilentos y aguardentosos.
Meretrices del lupanar de los esperpentos.
Mamonas desdentadas, envidiadoras de todo, que no brillan en nada.
Son los alaridos del circo de la pacotilla, los berridos de las que hambrean star.
Procesión de romero y liendres.
Dios no está en todas parte.
En muchas fiestas el diablo departe.
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