No existen las cámaras herméticas.
Hasta los cadáveres enterrados a muchisima profundidad, terminan por aflorar.
Heridas cerradas en falso.
Secretas estancias, donde creemos estar a salvo.
Habitaciones del pánico, en las que sin que nadie nos oiga, podemos gritar.
La seguridad es una falacia.
La perfección una quimera.
Fingir es el verbo perenne.
Teatro para que pueda la pacotilla brillar.
Si no ves la puerta es porque está lejos, pero no olvides que la puerta está.
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