Nos divide el pesar, la pena, la frustración, el desánimo.
Somos la tragedia de nuestros segundos, las pequeñas batallas que perdemos.
En las peores manos, en las manos del infierno.
El dolor habita en la planicie, en los días sin horizonte, en el norte sin futuro, en la decepción.
Con los miembros amputados por la envidia, con la voz silenciada por el zafio.
Querer no es precipitar al proximo al vacío.
No es un negocio amar, en el amor no hay negocios.
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