martes, 9 de julio de 2019

Don Hilarión Centeno


Don Hilarión Centeno Yébenes, era el Alcalde y era el propietario del Gran Colmado de la Milagrosa, unos almacenes donde se vendía casi de todo, colmado que regentaba su mujer, Milagrosa Juto Fuenseco, que era hija de los dueños de la tahona, Tomás Juto y Damiana Fuenseco. La panadería ahora estaba en manos de su hermano Teófilo, de El Colorao, que era como lo llamaban en el pueblo.
Milagrosa era seca como una tarma, ojerosa y de aspecto cerúleo, nada que ver con sus tres hijos, que eran como el padre, enormes, gordos, grandes, vamos tres escuerzos. Los chavales en edad de merecer, trabajaban los tres con la madre en el negocio familiar, atendían las distintas secciones del colmado, Melchor estaba al frente de la ferretería, Gaspar se ocupaba de merceria, ropa y menaje, y Baltasar llevaba con su madre la zona de comestibles. La verdad es que los Tres Reyes Magos de los Centeno, eran responsables y trabajadores. Así con esta tropa en casa y con la lúntriga de su mujer, él se ocupaba de las cuentas de oficina y atendía el Ayuntamiento, un edificio polvoriento a mitad de la Calle Real que no le caía nada lejos del colmado. Don Hilarión, era Alcalde por la dignidad que le daba el cargo y porque era el que sufragaba los convites del día de San Andrés, del día del Carmen y de San Bernabé, el sabia que lo que derramaba por un lado siendo Alcalde, lo recogía por otro por ser el Alcalde.

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