lunes, 26 de agosto de 2019
Hábilmente escondidas en la doblez
Como lastima el fogonazo del rayo, que descorre el telón oscuro que esconde miserias.
Somos caras ocultas, múltiples caras, tragedia, zafiedad y drama.
Manos ensortijada que distrae con aspavientos al deficitario muñon.
Tormentas de plomo que avivan el olor de la zorrera.
Mañas que destiñen, mañas que engañan.
Están las cacarañas hábilmente escondidas en la doblez.
sábado, 17 de agosto de 2019
Contradicciones
Son infernales las contradicciones que siente el lúcido, el que se interroga por todo, el que procesa información y la disecciona hasta el empacho.
Nadie sabe como ellos, el dolor que entraña esa estigmatizadora hipersensibilidad, ese imposible cerrar los ojos a nada, y sentir como esas imágenes le ametrallan hasta con los ojos cerrados.
Ellos, saben muy bien que la estanqueidad es una falacia, no existen los búnker donde refugiarse de la deflagración que es vivir y empaparse de la vida propia y de la de los otros.
Vivir mancha y mancha de modo indeleble, tatuando el alma con garabatos atroces, que no los eliges tú, que no sabes muy bien quién los elige. Garabatos que crecen como zarzas, porque no somos dueños de nuestros recuerdos, ellos campan libres en nuestra mente, campan haciendo estragos, campan erosionando las certezas y llenando de incertidumbre lo cierto.
Sólo malvive el sabio, sólo siente zozobra el tildado, por esa demasía de talentos que Dios le ha dado y que no sabe muy bien si enterrar, y no sabe muy bien cómo hacerlos rendir, y no sabe muy bien como tirarlos por la borda para que le dejen de atosigar y le dejen ver que la luz es sólo luz, no un lugar donde flota el infinito, ese infinito que de tanto pensarlo y querer abarcarlo le desgarra.
miércoles, 14 de agosto de 2019
Saber languidecer
Luces de agosto, de fatuas tormentas.
Tórrido almíbar que atraes a mil moscas.
No hay brillo sin padecimiento.
La torpeza de los estados lánguidos.
La proeza de saber languidecer.
martes, 13 de agosto de 2019
·Eufemia Mónica de Chamusca Vélez
Su casa, era de muchos cuartos, pero de muy dilapidada fortuna. Eufemia, paso los últimos años antes de su muerte, malviviendo encerrada en casa, alimentada por la caridad de los que muchos años atrás le habían servido. Encerrada y gastando ricos ajuares, sabanas que usaba y no lavaba, sabanas que fue acumulando en una de las cerradas habitaciones de su desvencijada y lujosa prisión. Hubiese tenido sabanas para vivir diez años más, pero la Parca la vino a vistas un 16 de septiembre, día de su onomástica y cumpleaños, así se cerro el ciclo de su vida, un día como el que nació. Claro que este último aconteció en la más absoluta soledad, aconteció en la más discreta de las estancias de su casa, en el cuarto que fue de Eulogia, la criada fiel, que aun sin remuneración y gastando su poco peculio, siguió sirviéndola.
domingo, 11 de agosto de 2019
Lagrimas de Santos ignotos
El tiempo, juez inclemente, despiadadamente nos condena.
El tiempo nada guarda, y en su transcurrir belleza dilapida.
Derrochamos los días de frescura como si fueran a volver, y nunca vuelven
Lagrimas de Santos ignotos, que no tenéis vuestras perseidas, rogad por mi.
Son las tallas de los retablos mayores, las más ocupadas, las que más fácilmente olvidad.
No rezo nunca desde la gola de las primeras filas, frente a los chispeantes candeleros.
Son los ángulos de tiniebla mis favoritos, los altares en ruina que nadie acicala.
Tiempo que huyes de la quema, abrasándonos en tu estampida.
Tiempo que salas llagas y que infectas cainitas heridas.
Tiempo sin compás, que con tus afiladas agujas coses tormentas.
Tiempo de Santos preeminentes, que aguerridos nos recuerdan lo duro que es ir vertido de verdad por la vida.
Tormentas de agosto
Asesorados por las tormentas, por la ceguera que sucede al relámpago.
Colores que carga el diablo, violentos, desquiciados, indelebles.
Verbenas de agosto, de flores sintéticas, de caleidoscópicas sonrisas.
No somos la preeminencia que reclamamos, somos los restos del naufragio que el mar vomita.
Lo varado en la memoria, el verde chillón que cerrando los ojos no se borra.
sábado, 10 de agosto de 2019
Herrumbre
Con el paladar embriagado por el opalino dulzor.
Tacita de cobre, que de herrumbre salpica la pócima.
Somos lo que consentimos, los lodos que tragamos.
Limos de andurrial, de camino tuerto.
Envenenados por el áspid que hemos invitado a nuestro lecho.