Le gustaba besarme, nos besábamos, nos pasábamos el cigarrillo, proyectábamos y disfrutábamos de nuestra tersura. Nunca fue a más, no le poníamos nombre, teníamos el corazón por fuera del pecho.
Hoy me arrepiento, de haber dejado escapar todo lo complejo, de no haber apurado más aquellos segundos a solas, quietos, serenos. Cómo empezó se acabo, sin ruido, sin quererlo. Lo que pasó entre nosotros nunca tuvo nombre, nunca lo necesito.
Le gustaba besarme. Me gustaban sus besos.
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