Embargado por este tedio insufrible. Por las horas en blanco, por las notas inconexas que no me llevaban a nada. Sentir en propia carne era el único modo de escribir, empatizar y zambullirse en los dramas.
Siete horas en el infierno, en el desierto sin afectos, en el descampado que sólo sirve para el gozo fugaz, que ningún deseo colmata, pues no hay ni un ápice en él, de estelaridad.
Que fácilmente se rinde el humano a las esquinas oscuras, al barbasco que es buscar sólo follar.
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