Pelos de tormenta, era de melena pobre, pero muy atusada. Óscar, siempre hizo lo que pudo, para componer aquella raquítica urdimbre, donde los difuntos pelos enmarañados con los aún vivos, conformaban una absurda cabellera. Aquella pobreza, para ocultar aquella carencia, aquella rala melena, que menguaba con las lunas y no se reponía ni tan siquiera un poco, con los soles del iracundo verano.
Atusar aquella vampírica pobreza atormentaba los sueños de Os, las lunas y los soles del irredento sarasa de Momelín, del cretino alfeñique que imaginaba brillar en un Olimpo, que no le correspondía ni por ingenio o talento, ni por ralea o casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario