Sólo se acicala la calumnia,
sólo se maquilla el defecto,
sólo se corrige la sombra.
El brillo y la destreza se pulen,
pero nunca se recomponen,
ni acicalan.
Cuando uno quiere engañar,
uno se acicala.
Sólo se plancha la arruga.
Siempre en la doblez,
está escondida la tara.
Por eso no hay que fiarse de los gatitos, porque poseen seis vidas acicaladas y una desaliñada, con la que te asestan un zarpazo en la tara de la candidez. Jugoso dibujo y rugosos versos apreciado Ángel.
ResponderEliminarLa tara de la candidez, bendita tara, que se va para ya nunca más volver. La caridad. nos hace víctimas de la última y desaliñada vida del listo gato. En la palabra, la miel se guarda en la arruga, en el discreto pliegue, que no esconde tara, sino néctar para que el raudo y veloz colibrí lo libe.
ResponderEliminarMe gusta chocar con tus puntos de vista y poner mis pupilas de puntillas a leer las puntadas de tu coser de ideas, dando la puntilla a mis apuntes con tus puntapiés tan puntuales.
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