lunes, 1 de junio de 2020

La rebeldía


La rebeldía, no es un estanque.
La rebeldía. es un encabritado mar,
no es calma lo que subyace tras la creatividad 
y ese afán por ir contra la imperante corriente. 
Es tan grande el miedo a ser corriente, 
que con demasiada frecuencia atenaza.
La rebeldía no es un estado perenne, 
uno necesita descansar 
y en ese descanso 
uno se deja llevar 
por el cauce de la convención. 
Los afectos nos ahorman 
y son ellos, los que más nos amputan las alas, 
volar es una proeza 
y es imposible volar 
sin aborrecer. 
Para crear, uno tiene que morder salvajemente 
la mano que lo doma, amansa y acaricia. 
Siempre son necesarias las pastillas, 
muletas que nada demandan, 
que van de nuestra mano a la boca 
y vuelven de la cabeza a la mano, 
tras apaciguar la destructiva furia.

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