Estoy a merced del oleaje de mi pensamiento trágico, en mis noches negras e insomnes.
Pleamar que lame mi abrupta costa y deja varados en ella a mil terribles monstruos.
Analizo y me atormento con mis pocas decisiones, porque soy muy de dejarme mecer por las manos próximas.
Nadie me salva en la noche eterna, nadie decide por mi y me quita el tormento de decidir.
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