y en mi herida lengua,
florecen palabras de amor.
Buscan mis labios
la rima de tus suspiros,
el herido gemido
que siembra el placentero dolor.
Mi ansia se encabrita
y desbocadas
mis manos
sin auriga,
rinden con locura
tus inexpugnables baluartes.
No soy tu Rey,
más tu boca
así me proclama,
y yo me entrego
a la ilusión
de tan grato reinado
y tan febril poseer.
Bueno siempre, saludos.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
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