esa sin razón que nubla el cielo radiante.
El infante inteligente maquina en sueños.
Somos los días que recordamos,
los sorbos que nos precipitan a la locura.
Es letal abrazar la escamosa perfidia.
Es sublime olvidar los borrones
que hacen amarga la espera.
Maquina en sueños
el que logra fácilmente la proeza.
No está el placer en las calles principales,
en el alambicado destello de los días de fiesta.
No llores al atardecer tras malgastar otro día.
Es letal besar la inocencia,
el suelo virgen que no tiene aun cenizas.
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