es el bellaqueo,
la noche y sus conflictos,
el saborear cuerpos sin rostro,
o con los rostros febriles
de mi colocón.
Sólo aturdido
puedo olvidar,
descansar
en los brazos
del infierno.
Es sólo sexo,
sexo que nunca redime,
y amanecer
en en una selva
de brazos y sargazos,
sabor a sal,
a hiel,
a perdición.
Soy bellaco
y sólo busco,
en la sombra
y en el reflejo
de mis iguales
en locura e insatisfacción,
un onanismo imposible,
llenar mi carencia infinita,
generar un norte
en mi deflagración.
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