Los estanque y sus reflejos me producen pavor, enfrentarme a mi mirada inquisidora, a esa lejanía atroz del ideal, percibir las fisuras de mis faltas.
Siempre tuve miedo al agua, a los seres escurridizos que la habitan. Mi infierno es un lago de aguas cristalinas, que repiten el mundo que a ellas se asoma.
No me gustan los espejos y su remedo constante, es exasperante que repitan mis muecas, mis vicios, mis miedos y ansias. Estanque gélidos que se regodean en el plagio.
Pues a mí me atrae tu forma de infierno. Me gusta ser anfibio de tus letras.
ResponderEliminarGracias Israel, tierra prometida donde mana leche y miel.
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