paisaje interior,
de grandes
y subterráneas cámaras,
donde he enterrado
ya a demasiados reyes.
Piedra caliza
de aristas afiladas
y cortantes,
pasadizos angostos
que yo sólo tránsito,
pasadizos encharcados
de lágrimas de desesperación.
Quizás,
sólo quizás,
algún día
la enormidad subterránea
de mis tragedias
aflore
tras el terremoto
final de mi adiós.
Me arrepiento
de todas las cosas
que me he guardado,
y que quizás,
sólo quizás,
se sepan
con mi deflagración.
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