una mañana clara
y ni bien había llegado
el medio día,
dio la primera espantada.
No saben amar los necios
con la claridad necesaria,
pues se pierden
en los recodos
de las zalamerías
de morralla.
En una mañana de abril
te señale la salida,
porque no quiero
para mi vida,
amores de calles traseras,
ni sombras
de perenne umbría.
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