A veces uno está cansado del bucle que es vivir, de repetir tropiezos, de volver a confiar, de ser de nuevo traicionado.
A veces, quizás demasiadas veces, el pesar es insoportable, y ya no se tienen fuerzas para soportar y continuar.
El cielo lucia borroso y dorado, un amanecer de tantos, como tantos otros ya vividos. Uno de los tantos amaneceres que descorrían el telón de la función que era fingir felicidad.
A veces siento que mi vida podría ser un relato corto, uno de esos relatos a los que estamos ya tan acostumbrados en las redes sociales, donde la dispersión y la frivolidad, sólo nos permiten el disfrute de lo breve, de las historias cortas de varios renglones, historias que devoramos y encadenamos unas a otras sabiendo que esa urgencia hará que esas existencias resumidas en nada sean chispas, pavesas y rápido olvido en el vórtice de la celeridad del presente.
A veces morir, quizás no sea una mala opción.
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